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Shankara y el cazador

En el Madhaviya Shankara Digvijaya se cuenta una bella anécdota sobre Adi Shankaracharya, el gran filósofo y maestro del Advaita Vedanta. Hoy 9 de Mayo es el aniversario de su nacimiento, y por ello la compartimos.

 

Estando en Varanasi con sus discípulos, el Maestro deseaba llevar a cabo sus ritos del mediodía y marchó con ellos hacia la orilla del río Ganga. Por el camino se cruzó con ellos un cazador. Por su oficio que requería de cazar y matar animales los cazadores eran considerados como chandalas o impuros. Debido a ello las castas superiores no podían tocarlos. Shankara, tratando de pasar sin tocar al cazador, como mandaba la tradición, le pidió que se apartara. El cazador respondió con las siguientes palabras:

 

“Señor, cuando me pedís que me mueva ¿a quién os dirigís? ¿Al cuerpo, que viene del mismo lugar y lleva las mismas funciones en el caso de un brahman o de un descastado? ¿O al Alma, la Consciencia, testigo de todo, la cual es la misma en todos y es inafectada y siempre pura? ¿quién de ambos debe moverse? ¿Cómo, oh, Shankara, puede surgir en vos tal sentimiento de diferenciación que os hace decir: “este es un brahmán y aquel es un chandala”? ¡Es verdaderamente misteriosa esta Maya, este poder ilusorio que ciega tanto al instruido como al ignorante”.

 

Shankara, lleno de amor por el cazador, dijo:

 

“Todo lo que has dicho es cierto, ciertamente eres el más noble de los hombres. Muchos hay, en verdad que hablan del Vedanta y exponen y enseñan su filosofía ¡pero qué pocos abandonan el sentimiento de diferenciación. Aquel que entiende que el Alma es la misma en el brahmana y el descastado, que contempla únicamente la Pura Consciencia, este es, sea cual sea su casta, mi más alto Guru”.

 

Diciendo esto, se postró ante el cazador descastado, el cual no era otro que el Señor Shiva disfrazado. Apareció en Su verdadera forma ante Shankara, acompañado de los cuatro Vedas personificados, y bendijo al Acharya por su discernimiento.

 

Shankara mostró así, por medio de este Lila o juego divino, que indiferentemente de las designaciones de cuerpo, clase social o estado de vida, lo que verdaderamente hace noble al ser humano es el conocimiento espiritual, expresado en sabiduría, humildad y bondad.

 

Shloka:

 

sadāśiva samārambhāṃ

śaṅkarācārya madhyamāṃ

asmad ācārya paryantaṃ

vande guru paramparāṃ

 

Comenzando con el Señor Shiva, con el Acharya Shankara en la mitad, y terminando con mi propio Maestro, me postro ante la cadena ininterrumpida de maestros y discípulos.

 

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