Las Escrituras del Yoga, Yoga Shastras, nos previenen sobre la necesidad de yama y niyama, los dos primeros escalones del Yoga de los Ocho Pasos o Ashtanga, antes de emprender cualquier otra práctica ascética. Como es bien sabido entre los practicantes y estudiosos, los preceptos morales que conforman estos dos pasos del Yoga son los siguientes:
YAMA
1. Ahimsa o no dañar
2. Satya o no mentir
3. Brahmacharya o no abusar del placer
4. Asteya o no robar
5. Aparigraha o no atesorar
NIYAMA
1. Saucha o pureza
2. Shantosha o contentamiento
3. Tapas o austeridad
4. Svadhyaya o auto estudio
5. Ishvara Pranidhana o entrega a Dios
Yama y niyama pueden definirse de muchas formas; según algunos estudiosos, yama son restricciones, o acciones que no deben llevarse a cabo, tales como robar, mentir, etc, mientras que niyama serían observancias, es decir, acciones obligatorias, tales como la pureza, austeridad y así. Otros entienden que los yamas son acciones a llevar a cabo en nuestras relaciones con los demás, y niyama el comportamiento interno, con uno mismo.
De cualquier modo, la enseñanza es clara: uno debe ser buena persona para practicar Yoga. Se dice frecuentemente que el Yoga es para todo el mundo, pero también es cierto que no todo el mundo es apto para el Yoga. Si uno es egoísta, critica a otros, es envidioso o ambicioso en lo material y se empeña en estas actitudes sin propósito de enmienda, el Yoga puede hacer poco por él, o incluso hará más mal que bien. Así, la limpieza mental y emocional que nos es provista a través de yama y niyama es absolutamente necesaria para avanzar en el camino. Incluso en Escrituras tales como Hatha Pradipika, que describen el Yoga comenzando desde el asana, esto es debido a que consideran que el adepto ya ha pasado por esta purificación. He aquí el porqué de esta necesidad:
El Yoga da poder. El Yoga nos convierte en seres más completos, con mayor capacidad de control y acción sobre nosotros mismos y los otros. Por lo tanto, es importante que este poder se halle en manos de personas que buscan ayudar y no dañar, que busquen el beneficio de los demás y no el suyo propio. Además, el control del cuerpo o incluso de la energía mental no sirve de mucho si el ego está desatado, y pronto produce la caída del desdichado que usa el Yoga en su beneficio personal. Sin embargo hay otra razón, menos extendida, que nos obliga a ser morales en nuestra práctica: el prana.
El prana es la energía cósmica primordial. Toda vida, acción y movimiento tienen prana tras él: La energía eléctrica, el viento, las corrientes energéticas subterráneas, todo es causado por prana. Prana sostiene este universo. En el ser humano, es el responsable de la vida del cuerpo, desde la circulación de la sangre hasta el aparato digestivo, pasando por todas las demás funciones. Dividido en cinco sub-pranas, realiza todas las actividades del cuerpo, pero especialmente se distingue en nosotros en la respiración, la cual usamos en pranayama para tomar control de dicha energía. Sin embargo, debido a la concepción materialista que reina en la actual sociedad, a menudo imaginamos el prana como algo “físico”, denso, grosero. Pero el prana existe detrás de todo lo que se mueve, lo cual incluye los pensamientos y las emociones, que no son otra cosa que movimiento mental. En efecto, el prana también regula el pensamiento. Así, ya que el Yoga es una constante purificación de nuestras energías pránicas, debemos comenzar por limpiarnos desde el plano mental.
Una mente llena de odio, envidia, miedo o ambición es una mente agitada, es decir, su prana está descontrolado. No sólo esto, sino que cuando estos patrones de pensamiento se hacen muy acusados, causan bloqueos y desarreglos energéticos. Hay quien, sin llevar a cabo una moral adecuada, se entrega a prácticas de pranayama avanzadas, resultando en algunas ocasiones en la enfermedad, la locura, o incluso en casos muy extremos, la muerte. Este desdichado se vuelve muy peligroso, primero para los demás, y finalmente para sí mismo.
No obstante, el practicante sincero no debe preocuparse por esto. Lo dicho anteriormente no significa que la moral de uno deba ser perfecta para comenzar la práctica. De hecho, es la misma práctica del Yoga la que nos lleva a perfeccionar nuestra moral. Los pranayamas usualmente practicados no revisten peligro. Y sin embargo, debemos recordar más que nunca que el Yoga no es ejercicio físico ni tampoco un método para lograr beneficio material o lucro, sino la purificación de nuestro ser al más alto nivel, para beneficio nuestro y de nuestros semejantes. En última instancia, la bondad es tanto la base de toda práctica como su finalidad. El Yoga ha de hacernos seres bondadosos, humildes, pacíficos. Esto, es lo que, finalmente, nos acerca y vincula con Dios, la Realidad Última.
Shloka:
nāsti buddhir ayuktasya
na cāyuktasya bhāvanā
na cābhāvayataḥ śāntir
aśāntasya kutaḥ sukham
Sin una mente serena no es posible afirmarse en el conocimiento; sin conocimiento no hay meditación; sin meditación no se alcanza la paz, y ¿cómo puede haber paz sin felicidad?
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