En el hinduismo, la ley del Karma se considera universal e insalvable. Hasta hallar la Liberación Espiritual, todos estamos atados a los frutos de nuestras acciones. Si realizamos buenas acciones obtendremos frutos propicios, y si cometemos malas acciones, obtendremos frutos desagradables. Así es hasta que nos reconocemos como Alma espiritual, más allá del ego y la arrogancia de creernos separados del resto de los seres.
No obstante, mientras estamos en el camino de liberarnos del Karma, los sabios nos recomiendan que realicemos acciones virtuosas, ya que éstas nos purificarán, aún cuando sean egoicas, y de este modo poco a poco podremos alcanzar la plataforma de la acción desinteresada. Por lo tanto, debemos tratar de erradicar las malas acciones de nuestra vida.
Según las Escrituras, las causas que nos llevan al “mal Karma” es decir, a realizar malas acciones, son tres: Kama, Krodha y Lobha. Esto es así no tanto por una cuestión de puritanismo, sino porque son acciones que refuerzan nuestro sentido de individualidad, y por tanto impiden que abramos nuestro corazón al prójimo y a la Divinidad. Estos son pues los rasgos que hemos de eliminar de nuestra conducta:
KAMA es el deseo egoísta. Usualmente se refiere al deseo sexual, pero en realidad, alude a cualquier deseo sensorial cuya única meta es la auto-gratificación. Si bien para el hombre común es necesario cubrir los deseos de los sentidos, las Escrituras nos recomiendan el control de dichos deseos. De lo contrario, es fácil caer en la compulsividad, que lleva a poner por delante el deseo egoísta al bienestar del prójimo. Ni qué decir tiene que tales deseosdesenfrenado además refuerzan el ego, al poner constantemente la atención en la satisfacción personal. La manera de destruir este mal hábito es buscar siempre la moderación en el comer, beber, esparcimiento y demás goces.
KRODHA es la ira. La ira es una explosión emocional de desagrado acompañado de una actitud violenta, verbal o físicamente. La ira surge del deseo, pues cuando éste no es satisfecho, la mente se agita y molesta. No es necesario decir que el iracundo piensa muy poco en lo que dice y hace, y a menudo se arrepiente tras la explosión de cólera. La ira lleva a hacer daño a nuestros seres queridos y a los demás, y surge del egoísmo, puesto que nos volvemos iracundos cuando creemos que todos deberían hacernos caso y alabarnos. Además, cuando uno tiene un ataque de enfado, gasta tnta energía de su cuerpo en cinco minutos que una persona clamada en todo el día. Por esta razón, uno debe cultivar la tolerancia, la amistad y la amabilidad con gran cuidado.
LOBHA es la avaricia. Este es un sentimiento de molestia o disconformidad cuando otras personas tienen más que nosotros. Surge cuando no podemos estar contentos con lo que tenemos de forma natural, y resulta altamente peligroso si se le da rienda suelta, pues podemos empezar a desear el mal para el que es más afortunado. La envidia tiene formas muy sutiles, y es difícil de detectar. A menudo nos decimos a nosotros mismos que nos cae mal una persona porque se comporta mal, o hace ostentación de su riqueza, pero en realidad lo que sucede es que la envidia ha aparecido en nosotros. Es también muy negativa, debido a que perpetúa la idea de que estamos incompletos, de que nos falta algo externo para ser felices, mientras que la verdadera felicidad puede hallarse sólo en el interior de nosotros mismos. La envidia se destruye haciendo constante introspección, y desarrollando generosidad, dando y sirviendo a los demás.
Así, muchas veces nos lamentamos de nuestra mala fortuna, y decimos que Dios o la vida no nos es favorable, pero debemos considerar si nuestras acciones no merecen tales situaciones. A través de desarrollar las virtudes opuestas a estas cualidades negativas, podemos mejorar nuestro carácter y nuestras vidas, y, eventualmente, purificar nuestro espíritu hasta que el único deseo sea el de alcanzar el estado supremo de Moksha o Liberación, y Vishva Prema, o el amor puro por el Señor Supremo y por todos los seres
Shloka:
tri-vidhaṁ narakasyedaṁ
dvāraṁ nāśanam ātmanaḥ
kāmaḥ krodhas tathā lobhas
tasmād etat trayaṁ tyajet
Este infierno destructor del ser tiene tres puertas: el deseo, la ira y la codicia; por eso hay que abandonarlas.
Escribir comentario