En redes sociales, páginas de internet y otros medios circulan a menudo, cuando se acercan las fechas navideñas, imágenes o artículos comparativos en los que se asegura que Jesús no fue el único que nació el veinticinco de diciembre. Se proclama, en tales medios, que Mitra, Horus, Hércules, Krishna, y por supuesto Jesús, nacieron todos el 25 de diciembre, y de manera poco contrastada se dice también que todos nacieron de una virgen, que fueron ejecutados y resucitaron al tercer día. Todo esto se expone para tratar de hacer ver que la religión, especialmente la cristiana, es falsa, que las historias de los textos sagrados no son sino mitos, copiados unos de otros a través de los siglos.
No hace falta ser un experto en hinduismo para saber que el Señor Krishna ni fue ejecutado, ni tuvo que resucitar, ni tampoco nació el 25 de diciembre. El calendario hindú tiene otros meses y forma de contar los días, pero Su nacimiento sucedió entre agosto y septiembre, si hacemos las cuentas. Algo similar ocurre con Horus, que nació, haciendo la traslación del calendario egipcio al occidental, entre Julio y Agosto.Podemos hablar de forma similar de Hércules (Marzo-Abril) y otros. No así de Mitra, que sí que nacería por aquellas fechas.
Por supuesto, Ni Krishna nació de una mujer virgen (Su madre dio a luz a ocho hermanos antes que a Él), si bien Su nacimiento fue de manera milagrosa, ni los paralelismos son tan grandes o “calcados” como parecen querer demostrar aquellos que promueven estas informaciones, las cuales flaco favor hacen tanto a creyentes como a ateos o agnósticos, ya que son falsas y por ello no benefician a nadie. Pero sí es cierto que hay una gran similitud en las vidas de todos estos Dioses, que aparecieron en un momento u otro en la historia de la humanidad: Sus nacimientos se dan en momentos astrológicos de importancia. El Señor Rama aparece en el momento en el que el sol (y otros astros) estaba en su más alta posición, según el Ramayana. Mitra nace en el solsticio de invierno, que marca el momento en el que el sol termina su camino hacia el sur, para comenzar el camino al norte. Así sucede también con Amaterasu, la Diosa Solar del Japón, Balder, el hijo de Odín, de la tradición nórdica, y otros Dioses de la antigüedad. Para los romanos era la fiesta del Sol Invictus, y se festejaba con gran pompa y devoción. Es sabido que en la teología cristiana antigua se identificaba a Cristo con el Sol, debido a lo cual su festividad se asoció a la del Sol en Roma.
Así que en efecto, hay muchas coincidencias en las fechas de nacimiento de los distintos dioses de muchas tradiciones. Para un hindú, esto, al contrario de lo que se pudiera pensar, no hace la religión falsa, sino aún más verdadera.
según el hinduismo, hay una Ley que gobierna el descendimiento de un avatar:
yadā yadā hi dharmasya glānir bhavati bhārata
abhyutthānam adharmasya tadātmānaṁ sṛjāmy aham
Cuando quiera que el Dharma desciende y el Adharma asciende, oh, Arjuna, hijo de Bharata, Yo me manifiesto (Bhagavad Gita IV;7)
No hay razón para que esta Ley sea diferente en otras partes del mundo. Así pues, muchos Ishvarakotis o rayos de la Divinidad han aparecido en la tierra a lo largo de las Eras, para establecer un Dharma particular, dependiendo del lugar, el tiempo y la circunstancia. Si los distintos Dioses coinciden en Su encarnación, es lógico que Su propio descendimiento se manifieste también en la esfera de los astros.
Para la visión hinduista, Todo está conectado. Nada sucede al azar. Todo lo que sucede a nivel individual sucede también a nivel cósmico, y lo que sucede a nivel espiritual sucede también a nivel material. Por ello, la llegada de la Luz Divina a nuestro mundo no puede ser sino acompañada del momento en el que el Sol comienza a dar más luz. Es decir, el Solsticio.
En la tradición hindú, el Sol no es sólo un astro, sino la puerta misma entre el mundo material y el espiritual, la forma visible del mismo Ishvara, el Señor Supremo. Por ello, el nacimiento de un avatar tiene lugar en momentos auspiciosos de tipo solar. Es lógico que esto suceda no sólo en India, sino en todas partes del mundo. En el pensamiento oriental, esta serie de coincidencias y sincronías, tiende mucho más a corroborar la verdad que está detrás de las religiones, en lugar de negarla.
Somos, después de todo, pequeños seres en un universo enorme, cuyas leyes desconocemos en gran medida. A fin de cuentas, ya sea que nos consideremos paganos, cristianos, hindúes o ateos, podemos estar de acuerdo en un punto: la luz, de la cual depende nuestra vida —ya sea a nivel material o espiritual— comienza a hacerse más presente a partir de esta fecha ¿no es esta suficiente razón para celebrar?
Shloka:
padma kiṃjalka- saṃkāśam
lokasākṣiṃ jagatgurum ।
sarvarogaharaṃ devaṃ
ādityaṃ praṇamāmyaham
Me postro ante Aditya, el Sol, cuya complexión se asemeja a la del pétalo de un loto, testigo de todas nuestras acciones y preceptor del mundo entero. Que Él destruya todos nuestros males.
Escribir comentario