En la literatura védica es muy común encontrar historias sobre las grandes guerras entre los dioses y los demonios, pero a menudo mal entendidas. En ocasiones, en occidente, debido a la influencia de la cultura judeocristiana, los dioses y los demonios son entendidos desde el punto de vista de estas religiones. Para las religiones semíticas, los demonios son encarnaciones del mal, seres corrompidos que se oponen al bien en todas sus formas y tratan de hacer caer al hombre de todas las formas posibles. Se oponen a Dios, el Ser Supremo y todopoderoso que contiene en Sí todas las buenas cualidades. Aunque en el hinduismo también existe este concepto del Dios Supremo, Ishvara, la idea de dioses y demonios es muy diferente.
Los Dioses.
El nombre sánscrito de los dioses es Deva. Deva significa literalmente “que resplandece”. Los devas son seres de gran poder y dignidad. Su cualidad fundamental es Sattva o la pureza. Los devas nacen de Aditi, la Madre de los Dioses, al principio de los tiempos. Son almas muy avanzadas, que en el anterior ciclo cósmico han llevado a cabo acciones muy virtuosas y por tanto han reencarnado en formas sutiles y poderosas. Mientras el presente ciclo cósmico dura, ellos viven. Por esto se les llama inmortales, pero cuando el ciclo termina y el universo material se reabsorbe en Brahma, el Dios de la Creación, ellos también perecen. No son como Shiva, Vishnu o Devi, Eternos y Todo-penetrantes. Al igual que un gobierno tiene sus ministros, delegados y superintendentes, el gobierno del cosmos tiene también a las distintas deidades que cuidan de que el orden de la naturaleza se perpetúe. Cada dios tiene potestad sobre un aspecto de la naturaleza. Agni domina el fuego y todo aquello que consume y quema; Varuna rige las aguas y los océanos. Chandra rige las fases de la luna y su influencia sobre las plantas, mareas, etc, y así. El rey de los Devas es Indra, quien tiene el propósito de gobernar la atmósfera y sus fenómenos. Los devas son bondadosos en general y pueden ser propiciados para lograr protección o beneficio material. Los devas moran en el Swarga-Loka o Deva-Loka, cuya capital es Amaravati, la ciudad de Indra.
Los Demonios.
A los Devas se les oponen los demonios o Asuras. Los dioses son también llamados Suras, por lo cual, aquellos que se les oponen son Asuras. A es un prefijo privativo, así que Asura puede traducirse como Anti-dios. Los Asuras, en efecto, desean derrotar a los Devas. Ellos también son seres sutiles, y tienen su propio plano de existencia, el Patala-Loka. Al contrario de lo que uno pueda pensar, el reino de los demonios no es un lugar de miseria y desolación. Los Asuras viven en hermosos palacios superiores incluso a los de los Dioses. Allí, se dice, no brilla el sol, pero el resplandor de las joyas de sus palacios y castillos ilumina la estancia. A pesar de su opulencia, los Asuras desean por encima de todo el poder. Por ello luchan contra los Devas para arrebarles el reino del cielo. Son hijos de Diti, hermana de Aditi, así, son primos de los Devas. No obstante, son depositarios de las cualidades de la pasión y la ignorancia. Los Asuras también son almas como los Devas y los humanos, que por sus malas acciones renacieron en este ciclo como demonios.
Una cuestión muy peculiar es que los demonios pueden, de hecho, ser reyes justos, estadistas sabios o guerreros nobles. Ravana, el rey de los demonios de Lanka era un rey amado por sus súbditos, adoraba a Shiva y era un maestro en las artes. Vritra, según el Srimad Bhagavatam, rey de los Asuras, era sabio e instruido. Entonces ¿qué diferencia en realidad a los dioses y los demonios? La Chandogya Upanishad nos lo revela:
La enseñanza del Atman:
Indra, el rey de los Devas, y Virochana, rey de los Asuras, hicieron su vida de estudiantes con Brahma. Cuando hubieron terminado sus estudios, ambos preguntaron a su Maestro qué es el Atman, el Ser esencial. Brahma dijo: “id a miraros en un espejo y decidme qué veis” los dos así lo hicieron, y contestaron: “nos vemos a nosotros mismos, desde el cabello hasta las uñas de los pies”. Brahma prosiguió: “Ahora, vestíos con ricas ropas y volveos a mirar”. Hecho así, Brahma les dijo: Esto es el Atman. Ambos se fueron satisfechos a sus moradas, pero Brahma pensó: “Han visto pero no han entendido. No han comprendido la enseñanza. Han pensado que el Atman es el cuerpo. Sean dioses o demonios quienes sigan tal consejo, perecerán”. Virochana instruyó así a sus súbditos, diciendo que el Atman es el cuerpo, y que uno debe procurar todo placer al cuerpo para ser feliz. Indra iba a hacer lo mismo, pero a mitad de camino dudó, y regresó ante Brahma. Le dijo: Si el cuerpo es el Atman, entonces el ser muere con el cuerpo. No hallo ninguna felicidad en esta doctrina”. Brahma le pidió que se quedara con él más tiempo, e Indra así lo hizo. Así, Brahma le instruyó en la enseñanza de que el Atman es Alma Espiritual y no materia, que es eterna y llena de dicha, y que es aquello que ve en el ojo y escucha en el oído, que es pura y perfecta y plenamente dichosa.
Por ello, los Asuras, aunque pueden tener virtudes, tienen como motivo principal la búsqueda del propio placer. Los Devas, en cambio, sabiendo que la esencia del mundo es espiritual, buscan el bienestar de los seres. Esta es la gran diferencia entre ambos. El Asura está centrado en el ego, y sus buenas o malas acciones tienen motivos egóicos. Los Devas, por el contrario, actúan por el bien de la humanidad y el orden correcto del cosmos.
La utilidad de este conocimiento es que nosotros, seres mortales que vivimos en este mundo de la acción (Karma-Bhumi), podemos desarrollar un temperamento asúrico o dévico, demoníaco o divino. El temperamento asúrico es aquel que considera las cosas del mundo como una fuente de disfrute material para uno mismo. Observemos cuánto dolor se causa en el mundo por esta clase de filosofía asúrica. Los bosques destruidos, la tierra desecada, mansas vacas y otros animales que mueren a millones diariamente para que podamos saciar nuestro cruel apetito, causando pobreza y hambre en otras zonas de la tierra ¡En verdad el dominio de los Asuras ha llegado muy lejos! Todas estas cosas no han sucedido por personas malvadas cuyo propósito es arruinar el mundo y causar pobreza y miseria, sino por una mentalidad que valora el disfrute sensual propio por encima del orden natural. La mentalidad dévica, por el contrario, contempla la tierra y sus criaturas como un todo orgánico, y por tanto cuida de ella con esmero. No utiliza a los demás como objetos para su placer. Trata a todos los seres como a verdaderos hermanos. Toma lo que necesita para su subsistencia y no acapara. Esto puede ser visto, no sólo desde el punto de vista de los recursos materiales y el medio ambiente, sino en cómo tratamos con todos los aspectos de nuestra vida.
En el capítulo XVI de la Bhagavad Gita, se habla de las cualidades Dévicas y Asúricas (Daiva-Asura-Sampat). Las cualidades de los Devas son las siguientes:
abhayaṁ sattva-saṁśuddhir
jñāna-yoga-vyavasthitiḥ
dānaṁ damaś ca yajñaś ca
svādhyāyas tapa ārjavam
ahiṁsā satyam akrodhas
tyāgaḥ śāntir apaiśunam
dayā bhūteṣv aloluptvaṁ
mārdavaṁ hrīr acāpalam
tejaḥ kṣamā dhṛtiḥ śaucam
adroho nāti-mānitā
bhavanti sampadaṁ daivīm
abhijātasya bhārata
Valentía, pureza de corazón, firmeza en el conocimiento y el Yoga, dar, control de los sentidos, sacrificio, estudio de uno mismo , austeridades y franqueza, no dañar, veracidad, ausencia de
Ira, renuncia, paz, ausencia de doblez, compasión por los seres, ausencia de codicia, amabilidad, modestia, quietud, vigor, fortaleza, pureza, ausencia de odio, humildad: Estas cualidades
corresponden al dotado de naturaleza divina, oh, Arjuna. (B.G. XVI;1-3)
En la primera edad del mundo, los dioses vivían en mundos diferentes, unos en el Devaloka, y otros en el Patalaloka; en la segunda edad, los Dioses (Rama) y los demonios (Ravana) vivían en el mismo mundo; En la tercera edad, los dioses (Pandavas) y los demonios (Kauravas), coexistían en la misma familia. Ahora en la cuarta edad, Kaliyug, los dioses y los demonios moran en la misma persona. Ambos se hallan dentro de nosotros. Por ello, cada vez se hace más difícil diferenciar el bien del mal. Versos como los citados más arriba nos ayudan a determinar qué cualidades debemos desarrollar para evitar el comportamiento egoísta de los Asuras y ascender a la conciencia dévica.
Una gran práctica yóguica puede ser tomar cada mes una de las buenas cualidades mencionadas en la Bhagavad Gita y tratar de desarrollarla. Tratar de ser mejor persona nunca es causa de arrepentimiento, y en cambio hay mucho que ganar. Por lo tanto, con valor y determinación, ¡desarrollemos cualidades dignas de los dioses, con devoción por el Señor Supremo y vocación de servicio al prójimo! Los dioses nos asistirán en tan noble empeño ¿por qué no empezar hoy mismo?
Shloka:
paśyāmi devāṁs tava deva dehe
sarvāṁs tathā bhūta-viśeṣa-saṅghān
brahmāṇam īśaṁ kamalāsana-stham
ṛṣīṁś ca sarvān uragāṁś ca divyān
Veo a todos los dioses, oh, Dios, en Tu cuerpo, y multitudes de seres de distintas clases. Veo a Brahma, el Señor en su trono de loto, a todos los sabios y nagas celestiales.
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