Karttikeya, también llamado Murugan o Subrahmanyan, es el hijo del Señor Shiva, el Señor de los brahmanes, jefe de los ejércitos de Shiva y destructor de demonios. Su culto en el Sur de la India es extraordinaro. Hay seis grandes centros de culto a Su figura en Tamil Nadu, conocidos por el nombre común de Arupadaivedu.
En Su niñez, el Señor Karttikeya era llamado Kumaraswami, y permaneció como brahmachari o estudiante célibe. Pero en un momento dado, le tocó la hora de casarse. En un ciclo cósmico anterior, las hijas del Señor Vishnu, Amritavali y Sundaravali, habían hecho grandes penitencias para obtener como esposo al hijo de Shiva. Vishnu les dijo que en su próxima encarnación conseguirían esta meta. La historia de sus respectivos matrimonios es narrada en el Mahabharata y también en varios Puranas y Upa-Puranas en Tamil.
Amritavali nació como Devasena, la hija de Indra, el rey de los dioses. Los asuras o demonios, encabezados por el malvado Taraka, atemorizaban a los dioses en aquel tiempo. Todos sabían que el único capaz de derrotar a Taraka era un hijo de Shiva, por lo cual oraron a Shiva y Pravati con gran devoción. En su momento, Shiva dio a luz a Karttikeya, el cual al crecer dio muerte al demonio Taraka y salvó a los dioses. Indra, su rey, ofreció como gratitud a su hija en matrimonio. Devasena y Karttikeya se enamoraron al instante. Sabían que estaban hechos el uno para el otro.
La boda se llevó a cabo según todas las normas y regulaciones de la religión védica. Los brahmanes cantaron los himnos sagrados, y todos los dioses y sabios acudieron a la festividad. Con las bendiciones de Shiva y Parvati, Vali y Karttikeya se casaron.
Poco después, Narada Muni, el sabio celestial, recordó a Karttikeya que Sundaravali había nacido en una aldea de cazadores, bajo el nombre de Vali, su princesa. En aquella aldea no se seguía la cultura védica y el comportamiento de los habitantes era salvaje. Sin embargo, Vali había hecho el voto de realizar severas austeridades hasta tener la visión del Señor Karttikeya.
Un cazador se acercó a ella y le preguntó con descaro si se casaría con ella. Ella dijo que su amor sólo era para Karttikeya. El cazador rió y no dejó de molestarla, por lo cual ella llamó a sus hermanos, pero cuando éstos llegaron, el cazador se había convertido en un árbol, y los hermanos pensaron que Vali les había gastado una broma. El cazador, en efecto, era el Señor Karttikeya disfrazado. Luego se apareció a ella en la forma de un viejo cansado y sediento. Llena de compasión, ella le dio de beber y comer. El anciano también le pidió matrimonio. De nuevo Vali rehusó, pero Karttikeya jugó otra de sus tretas: Hizo aparecer un elefante furioso. Vali temía mucho a los elefantes. Ella pidió al anciano que le protegiera del elefante. El anciano dijo que sólo lo haría si ella prometía casarse con él. Como Vali aceptó, el elefante desapareció. Entonces, Vali olvidó su promesa, diciendo que no estaba bien coaccionar a una joven con un elefante furioso, y que por tanto la promesa no era válida. El anciano entonces, hizo aparecer de nuevo el elefante. Vali se asustó mucho, y le volvió a prometer su mano. Entonces, Karttikeya, que sólo estaba de broma, apareció en Su verdadera forma y le pidió disculpas. Se casaron de inmediato, sin brahmanes ni rituales, en el modo de los Gandharvas, es decir, por prometerse amor mutuo. Los padres y hermanos de Vali pensaron que su hija habá estado flirteando con un cazador y con un anciano y fueron a castigarla, pero Karttikeya los redujo a cenizas. A petición de Vali, luego les devolvió la vida. La familia se sintió muy honrada de que su hija se casara con el hijo de Shiva.
Las dos bodas de Karttikeya significan las dos formas de devoción hacia Dios, Vaidhi Bhakti, o devoción siguiendo las normas y regulaciones de los Vedas, en el caso de Devasena, y Raganuga Bhakti, o el amor por Dios que surge espontáneamente del corazón, más allá de las normas y rituales, en el de Vali.
Karttikeya se aparece en diferentes formas a Vali y le gasta bromas muy pesadas. Así también, las tribulaciones y pérdidas que debemos sufrir en nuestra vida no son sino intentos del Señor Supremo para que nos acerquemos a Él, pero igual que Vali, nos ofendemos y creemos que la vida no es justa con nosotros. Sólo cuando al límite de nuestras fuerzas, rendimos nuestra pequeña voluntad a la voluntad Divina, la Gracia desciende sobre nosotros, y es posible el darshan o visión de los preciosos y sagrados pies del Señor Supremo.
Shloka:
Ṣadānanaṃ Kuṇkuma-rakta-varṇaṃ,
Mahā-matiṃ Divya-mayūra-vāhanam.
Rudrasya Sūnuṃ Sura-sainya-natham,
Guham Sadāham Śaraṇaṃ Prapadye
Siempre tomo refugio en Guha (Karttikeya), el Señor de seis rostros,
Quien es de color rojo intenso como el azafrán
Quien posee gran conocimiento,
Quien usa como montura el divino pavo real
Quien es hijo de Rudra (Shiva)
Y el Señor del ejército celestial.
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