Quienes conozcan el texto fundamental del Yoga, los Yoga Sutras de Patañjali, se darán cuenta rápidamente de que el gran exponente del Yoga es parco en cuanto al asana se refiere. Sólo tres versos de toda la obra se dedican a describir el asana, es decir, la postura, y sus propiedades y beneficios. El primer verso nos dice que la postura debe ser firme y confortable (Sthirasukhamāsanam), mientras que el tercero nos informa de que aquel que domina la postura se libera de los pares de opuestos, tales como el frío y el calor (Tato dvandvānabhighātaḥ); el verso de en medio, sin embargo, que habla del proceso de perfeccionamiento del asana, ha sido traducido e interpretado de distintas formas. El verso dice lo siguiente:
Prayatna-śaithilya-ananta-samāpattibhyām (II;47)
Una de las traducciones más comunes de este verso es que el asana se perfecciona cuando se relaja (shaithilya) el esfuerzo (prayatna) y la mente se absorbe (samapattibhyam) en el infinito (ananta). Esto reforzaría la idea de que el asana debe ser meditativo. Se entiende que para que la postura devenga firme, se debe abandonar el esfuerzo; de otra manera, el asana estaría siempre en tensión. Así, por un lado (el físico), es primordial que la postura sea relajada para la meditación, es decir, que no haya tensión. Sin embargo, la perfección de la postura no se da por completo hasta que se puede meditar en ella. La mente debe llevarse a la idea del infinito. La palabra samapatti refuerza la idea de “unirse”. Aunque la mente aún no está preparada para la meditación y absorción profundas, se eleva a la idea de infinitud, lo cual aquieta las ondas de pensamiento y prepara al aspirante para formas más elevadas de meditación.
Incluso podemos decir que ambos aspectos están conectados. No podemos mantener una postura absolutamente estable si la mente no está en la misma condición, y al mismo tiempo, es la estabilidad de la postura lo que fomenta la estabilidad mental.
Ahora bien, existe otra interpretación sobre el aforismo. Una de las cualidades de los Sutras es que su parquedad gramatical y la variedad de significados de las palabras sánscritas permiten a menudo múltiples traducciones y puntos de vista.
Así, algunos maestros afirman que la palabra “ananta” no debe traducirse por “infinito”, sino como el nombre propio de Ananta, la gran serpiente cósmica que sirve como lecho del Señor Vishnu. El aforismo sería entonces:
“(El asana se perfecciona) cuando se relaja el esfuerzo y se medita en la serpiente Ananta”.
Puede que algunos consideren esta traducción absurda, simplemente por resultar la anterior más lógica a primera vista. No obstante, un análisis más profundo puede hacernos ver que ambas traducciones son correctas.
Una visión es que esta es una traducción devocional. Ananta, la Serpiente cósmica es no-diferente del Señor Vishnu. Ella es la forma de Vishnu que da origen a la Consciencia Divina y es el origen de todo conocimiento espiritual. Por tanto, el texto nos instruye a que meditemos en Dios en nuestro asana, en Su forma de Consciencia Eterna y primordial, o en otras palabras, que la mente finita se funda (samapatti) en la Mente Universal. También al mismo Patañjali se le considera como una encarnación de Ananta, en cuyo caso el flujo de consciencia se dirige a la idea del Guru, el Maestro Espiritual.
Al mismo tiempo, se dice que la serpiente Ananta es el Ser Cósmico que sostiene el mundo. Sobre Sus anillos, el universo entero se sostiene, estable. Tanto es así, que se dice popularmente que los terremotos son causados cuando Ananta necesita reacomodarse. Desde este punto de vista, el verso nos instruye en que el estado mental en el asana debe ser de absoluta estabilidad (ya sea que se medite en el infinito o en otro objeto). Del mismo modo que cuando la serpiente Ananta se mueve, hay una gran conmoción en el mundo, si el asana se aleja del estado estable, hay conmoción en la mente.
Así, podemos ver que la diferencia de interpretaciones si bien lleva a conclusiones similares, enriquece nuestro estudio y nos inspira para mantener, durante la práctica de Yoga, el recuerdo de Parameshvara, el Señor Supremo, en nuestras mentes.
Shloka:
Yasyaika-śīrṣe pṛthvī gṛhītā
Siddhārthavad dhy eva sahasra-mūrdhnaḥ
Ananta-mūrteḥ phaṇi-nāyakasya
śeṣāya nāgāya nmo’tu asmai
Me postro ante Sesha Naga, regente de todas las cobras, cuya naturaleza es Ananta (la infinitud) y sostiene esta tierra sobre una sola de sus miles de cabezas, como si de un grano de mostaza se tratara.
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