En la moderna sociedad occidental, todo ha sido estructurado para buscar el placer de los sentidos materiales. La búsqueda del confort, de la satisfacción sensual, se ha erigido como el bien supremo. Opuesta a este materialismo predominante, la cultura védica nos enseña que la verdadera felicidad se halla en lo espiritual. Sólo en Dios, en el alma, en el Espíritu, en estas entidades intangibles pero no por ello irreales es que nuestro ser halla descanso y satisfacción completa. Pero, ¿por qué los objetos materiales no pueden darnos verdadera satisfacción?
La respuesta es sencilla: dado que somos espíritu o alma, no nos es posible hallar la felicidad en lo que es materia, igual que a un pez no le es posible tener vida en el desierto. Por supuesto, no hay nada de malo en disfrutar de los sentidos de una manera controlada, pero uno debe tener presente que la satisfacción de éstos solamente será pasajera. Sobre esto, el gran maestro Sri Vedanta Desika, nos descubre los sapta-dosha, o siete defectos. De acuerdo con esta doctrina, todos los placeres materiales, por más excelsos que lleguen a ser están tocados por siete defectos, así, nunca pueden llegar a satisfacer al ser viviente de forma perfecta. Los sapta-dosha son:
- ALPA o futilidad: Los resultados de obtenerlos son triviales, es decir, gustar de determinado placer nunca nos supone un caso de “vida o muerte”. Cuando gustar o experimentar cualquier cosa es imprescindible (como alimentarse o dormir), entonces ya no es un placer sensorial, sino una necesidad vital. Por lo tanto, los placeres de los sentidos nunca son imprescindibles.
- ASTHIRA o impermanencia: Los placeres son transitorios, nunca duran eternamente. Esto es especialmente relevante, ya que debido a esto, la mente trata de repetirlos una y otra vez, creando toda clase de adicciones perjudiciales tanto a nivel físico como mental y espiritual.
- ASUKARA o dificultad: La obtención del placer va acompañada por un esfuerzo en lograrlo, más arduo cuanto más profundo es dicho placer. Gastamos una energía inmensa en ganar dinero que luego gastamos en cientos de placeres fútiles. Una vez que uno tiene cubiertas sus necesidades vitales, podría emplear todo ese esfuerzo en cultivar su mente y espíritu, sin embargo, por la esclavitu de los sentidos, toda esta energía se ve desperdiciada en vano trabajo.
- ASUKHAVASANA o decepción: En última instancia, el placer no llega a satisfacernos por completo, debido a lo cual nos decepciona. El placer excita la mente, epro cuando se repite varias veces, la mente, acostumbrada, ya no siente esa excitación, por lo tanto necesitará cada vez estímulos más fuertes. Esta búsqueda no tiene fin, lo cual acaba trayendo desdicha y frustración por no hallar la felicidad.
- DUKHANVITA o dificultad: El placer es mantenido con esfuerzo y dificultad, y va acompañado de dolor. Es decir, ningún placer es felicidad definitiva. Siempre hay algo de dolor en el placer, aunque sea por la gran dificultad en conseguirlo. Al no haber dicha definitiva en el placer, es causa de dolor. Al mismo tiempo, el placer en sí conlleva el miedo a perder dicho placer, lo cual trae inquietud mental y falta de descanso.
- ANUCHITAM o incompatibilidad: cuanto más gustamos de los placeres desordenadamente, con compulsión, menos conscientes somos del alma espiritual, de modo que el disfrute de la mundanidad se vuelve incompatible con la vida espiritual. Esto es debido a que la compulsión tiene su raíz en la inconsciencia, mientras que la espiritualidad la tiene en la consciencia; por lo tanto, son polos opuestos e incompatibles.
- ABHIMANA-MULA, o apego: Cuanto más gustamos de los placeres, más los necesitamos, de modo que nos volvemos dependientes de ellos, lo cual es la raíz de todos los apegos y cadenas materiales.
De este modo, Sri Vedanta Desika nos advierte de la doble naturaleza de los objetos materiales. Dinero, poder, sexo, manjares, todo esto puede darnos satisfacción temporal; no está prohibido gustar de ellos, pero debemos tener cuidado de no aferrarnos. Sus cadenas son sigilosas y usualmente ya están firmemente cerradas antes de que nos demos cuenta. Conviene recordar, que más allá de todos los livianos placeres de este mundo, hay un elemento, eterno, todopoderoso e indestructible, que sí puede dar verdadero descanso al alma: el Amor.
Shloka:
Anyathā Śaranam Nāsti
Tvameva Śaraṇaṃ Mama
Tasmād Kāruṇya Bhāvena
Rakṣa RakṢa Maheśvara
No hay refugio para mí en ningún lugar. Sólo Tú eres mi refugio. Así, desde lo profundo de Tu compasión, protégeme, oh, Señor Supremo, protégeme.
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