En la tradición hindú, registrada por escrito en los Puranas, hay muchos seres terribles que amenazan el orden del cosmos, enemigos de los dioses llamados asuras o rakshasas. De todos ellos hay tres parejas de demonios que fueron particularmente malvados. Ellos fueron Hiranyaksha y Hiranyakashipu en la primera edad del mundo, Satya Yuga; Ravana y Kumbhakarna en la segunda edad, Treta Yuga; y por último Kamsa y Sishupala en la tercera edad, Dvapara Yuga. Ahora en Kali Yuga los Asuras viven dentro de nosotros como nuestra conciencia egoista, pero en aquellos tiempos eran seres externos que podían amenazar a la sociedad y a los mismos dioses.
Hiranyaksha y Hiranyakashipu eran dos hermanos demonios. El primero trató de sumergir la misma tierra en el o´ceano. El segundo trató de dominar el mundo entero y prohibir la adoración a Dios. Fueron destruidos por el Señor Vishnu en las formas de Varaha y Narasimha.
Ravana y Kumbhakarna eran también hermanos, y también trataron de dominar la tierra entera y hasta los cielos quisieron amenazar. El Señor Vishnu los destruyó en la forma de Sri Rama.
Kamsa y Shisupala eran reyes demoníacos que abusaban de su pueblo y atormentaban a la misma Tierra con su proceder egoísta y malvado. Fueron destruidos por el Señor Vishnu en la forma de Sri Krishna.
Estas historias son narradas en diferentes Puranas e Itihasas o epopeyas. Sin embargo, hay una historia del Srimad Bhagavata Purana que hila perfectamente las historias de las tres parejas de demonios.
En la puerta de Vaikuntha, el mundo espiritual, había dos guardianes, Jaya y Vijaya, cuya misión era proteger el camino hasta el Señor Vishnu. Un día los cuatro Sanat-Kumaras, sabios ascetas hijos de Brahma, llegaron a la puerta, con objeto de ver a Vishnu. Los Sanat-Kumaras, como su mismo nombre indica, tienen el aspecto de niños eternos. Debido a sus austeridades y a su celibato perfecto, aunque tienen miles de años permanecen con el aspecto externo de pequeños niñitos.
Así, viéndolos como simples niños, Jaya y Vijaya se rieron de ellos y no les dejaron pasar. Los sabios tomaron esto como una ofensa, y maldijeron a los porteros: serían expulsados del Cielo y deberían nacer enn la tierra como mortales. Los pobres Jaya y Vijaya cayeron de rodillas desesperados ante la situación de tener que alejarse de Dios.
Ante tal alboroto, el Señor Vishnu salió a la puerta para ver qué sucedía. Los porteros, con gran ansiedad, explicaron todo al Señor. Él les dijo: “No puedo echar atrás la maldición de los sabios, pues entonces el mundo perdería la fe en el Dharma. Además, cometisteis una falta al juzgar a estos sabios por su aspecto. Pero os daré a elegir dos formas de cumplir vuestra penitencia: naceréis o bien catorce veces en la tierra como Mis devotos, o tres veces como Mis enemigos”.
Jaya y Vijaya consideraron las opciones. Catorce vidas en la tierra les parecían una eternidad. Así, dijeron: “Señor, catorce vidas separados de Ti serían demasiado. Preferimos volver abtes a Ti, aunque sea como Tus enemigos”.
Vishnu se sintió complacido, y les dio una bendición: “Os prometo que Yo mismo descenderé para daros muerte en cada una de vuestras tres vidas, para que podáis volver cuanto antes a Vaikuntha”.
Así, Jaya y Vijaya nacieron en su primera vida terrena como los demonios Hiranyaksha y Hiranyakashipu, matados por Varaha y Narasimha; en la segunda como Ravana y Kumbhakarna, matados por Rama, y en la tercera como Kamsa y Sishupala, matados por Krishna.
Esta historia nos brinda una gran enseñanza. Estos demonios eran considerados por todos como encarnaciones del mal, pero sóo el Señor sabía en realidad que eran Sus más amados devotos, deseando volver de nuevo a Su lado. Así, cuando vemos personas que practican erl mal, son desconsideradas o mundanas, podemos vernos tentados a pensar que ellos son menos que nosotros, que son malvados, o que no son dignos de la Gracia Divina. Sin embargo, sólo el Señor Supremo sabe lo que hay en sus corazones. Pensemos que tal vez, aquellos que hacen el mal son en realidad almas puras que solamente están tratando de volver a su hogar, de regreso a Dios.
Shloka:
vidyā-vinaya-sampanne
brāhmaṇe gavi hastini
śuni caiva śva-pāke ca
paṇḍitāḥ sama-darśinaḥ
Los sabios humildes, en virtud del conocimiento verdadero, ven con la misma visión a un manso y erudito brāhmaṇa, a una vaca, a un elefante, a un perro y a un comedor de perros.
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